Hasta el último día de mi existencia en el plano material,
seguiré siendo diosa, musa, diva y mujer. Después, mis vibraciones seguirán
provocando sensaciones en las letras de mis escritos, en párrafos llenos de sensaciones.
En cada principio que inculqué a los pequeños habitantes de mi hogar, e incluso
a personas ajenas a él. En cada parpadeo de la gente que me vio viva, en las
estrellas fugaces y en las grandes olas del mar que mi espíritu posea.
En cada poro de la piel de mis amantes, quedará la esencia de
mis diferentes y contenidas pasiones. Sobre la mesa de mi hogar dejaré los
libros que tanto amé y que me hicieron soñar para que puedan disfrutarlos, con
la esperanza de que los pequeños puedan aprender la magia de la literatura.
Sobre mi cama no dejaré nada más que bellos recuerdos, días de pasión y noches
desbordando mi ser hacia otro ser.
Sobre el suelo, huellas invisibles para los que se queden me
sientan con ellos. Dejaré el amor que tanto sentí. Tan solo me llevaré las memorias
que guardé como un gran tesoro. Dejaré todo para que no haya nada que puedan
reclamar y poder decir que todo lo mío fue dado, todo lo sentido fue entregado
y disfrutado, así como pagué cada uno de mis grandes pecados.
Me iré en paz y feliz, sabiendo que cumplí todo lo que realmente
quise. Que disfruté cada momento de mi vida, por malo que pudiese haber sido.
Que luché por cada uno de mis ideales hasta el final, con uñas y dientes. Sabiendo
que jamás nadie consiguió hacerme sentir diminuta. Me iré conociendo el amor,
entregando todo a este, a pesar del riesgo. Conociendo la amistad y la empatía,
el sufrimiento y la traición; el egoísmo y la avaricia. Cayéndome, levantándome
y brillando, siempre un poquito más que la última vez. Disfrutando de las
sonrisas y de las lágrimas, aprovechando cada oportunidad para llegar a mis
sueños, sin dar un paso atrás.
Seguiré siendo la que lanza y lanzó hombres al precipicio
sin miramientos, que los dejó en la fina línea que separa el bien del mal. Esa
loca que defendió cada pensamiento, cada idea sobre todas las cosas. Esa fiel a
sí misma, lo suficientemente valiente para plantar cara a sus miedos y destruyó los muros de la vergüenza. Partir de
aquí sin remordimientos, con una sonrisa en los labios.
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