Tres chicos venían de regreso en un viaje por carretera. Los
padres de uno de ellos llamaron para saber qué tan lejos estaban, uno de ellos,
contestó que a unos 25 minutos porque la vía estaba completamente despejada,
sin autos. Poco después, llegaron a una curva y vieron la luna llena ponerse y
reflejar sobre un lago. De repente todo se puso negro por un momento. Se fue la
iluminación del tablero del auto, se fue la luz en los faros; la música incluso
dejó de sonar. Pasaron segundos y la música estaba de vuelta, tocando el CD
desde el principio y ahora había vehículos en frente, aunque no estaban allí
segundos antes.
Uno de ellos supuso que se había quedado dormido
momentáneamente, pero al cabo de unos instantes, el conductor del coche exclamó
que creía haberse quedado dormido también. Compartieron la experiencia, y lo
más preocupante fue el reloj, que estaba marcando una hora más tarde de lo que
habían visto poco antes. Y aunque intentaron convencerse de que el auto podía haber
sufrido un fallo eléctrico y haber reiniciado todo, al llegar a casa se dieron
cuenta de que llevaban una hora de retraso, cuando a cada uno sus madres
preocupadas les dijeron que estuvieron llamándoles al no verles llegar a la
hora de la cena, como siempre. Hasta el día de hoy, no tienen ni idea de cuál
es la explicación para ese breve apagón y esa hora perdida.
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