El poder terapéutico de la sonoterapia
Es innegable: la música y el sonido producen efectos sobre nuestro ánimo. Así, hay melodías que nos ponen nerviosos, en tanto otras nos tranquilizan o alegran. La naturaleza se comunica a través de los sonidos, basta observar el comportamiento de los animales, o qué decir de la comunicación entre el bebé y sus padres. El poder del sonido es tan penetrante que los chamanes lo utilizaban para lograr estados alterados de conciencia, sanar y hablar con sus dioses. Así, está comprobado, por ejemplo, que los mantras orientales de meditación actúan a nivel cerebral armonizando las conexiones neuronales, el cuerpo energético y el espiritual de quien los recita o escucha. Además de la voz, se pueden usar instrumentos musicales. Con ellos, los musicoterapeutas logran mejorías en enfermos mentales o en personas con dolencias físicas. Y, también, se pueden usar objetos, tales como los “cuencos cantores”, antecedentes de este arte de curar con el sonido. Le contamos todos sus secretos.
LOS SECRETOS DEL CUARZO
Según algunas leyendas, los sabios de la Atlántida conocían los secretos de la curación por medio de la luz y del sonido. Edgard Cayce, el famoso médium norteamericano, relata en sus libros las propiedades curativas del cuarzo y de otras gemas utilizadas por los atlantes. Concretamente, hace referencia a unos grandes cuencos de cuarzo (entre 16 y 20 cm), que habrían sido empleados por los sacerdotes para convocar a los fieles al templo. Su sonido era tan puro que podía ser oído a más de 500 metros de distancia. Actualmente, los cuencos cantores siguen utilizándose con fines religiosos y terapéuticos por una disciplina llamada terapia vibracional o biosónica, o sonoterapia. Pero, ¿cómo es que los cuencos de cuarzo pueden sanar? Algunos especialistas explican que los fluidos corporales, los huesos, los tejidos grasos y las sales celulares son estructuras minerales que forman un sistema cristalino dentro del organismo. Y que, por esta razón, la acción curativa de los cuencos se debe a la resonancia entre su estructura de cristal y la red cristalina o mineral del organismo humano. Cuando el terapeuta hace “cantar” a los cuencos con un mazo (un palo de madera recubierto en tela o corcho), las poderosas vibraciones se expanden rápidamente por nuestro cuerpo, que contiene más de un 80% de agua. El agua es un excelente vehículo de transmisión para las ondas sonoras. De este modo, se produce un delicado masaje interno por todas las células. También, afirman que las vibraciones del cuarzo podrían reacomodar la energía desordenada de partes enfermas.
NOTAS SANADORAS
Los profesionales de terapia vibracional usan cuencos de distintos tamaños, equivalentes a las notas que “masajean” los chakras energéticos. A este fin, lea atentamente el recuadro inferior. Como se fabrican de forma artesanal, la relación diámetro-nota es variable.
Otras herramientas necesarias
Un elemento indispensable es el “mazo para golpear gongos”. Es un palo para golpear instrumentos de percusión, sobre todo, los recubiertos de fieltro o lana. El tamaño depende del cuenco, pero digamos que los mazos grandes aprovechan mejor los sonidos de un cuenco grande y los pequeños, los de los más chicos.
Pero, también, se pueden utilizar mazos diferentes con un solo cuenco. Cada uno producirá un sonido distinto del rango de la nota básica. Otra forma es utilizar las manos.
RITUAL INTRODUCTORIO
Para iniciarse en el arte de armonizar con los cuencos, puede comenzar con uno solo, en un lugar tranquilo y silencioso. Vista ropa suelta y quítese los zapatos. Siéntese cómodo, espalda erguida y manos sobre las rodillas. Encienda dos velas blancas, un incienso y concéntrese en una imagen agradable. Relaje su respiración y dé tres golpes en el cuenco. A continuación, elija tres mantras del recuadro y comience a recitarlos con ritmo, por ejemplo: “IAM – HAM – OM”. Cada tres repeticiones, golpee tres veces el cuenco.
Pruebe con varias combinaciones; continúe, hasta que sienta que los sonidos le transmiten una sensación de profunda tranquilidad.
Es innegable: la música y el sonido producen efectos sobre nuestro ánimo. Así, hay melodías que nos ponen nerviosos, en tanto otras nos tranquilizan o alegran. La naturaleza se comunica a través de los sonidos, basta observar el comportamiento de los animales, o qué decir de la comunicación entre el bebé y sus padres. El poder del sonido es tan penetrante que los chamanes lo utilizaban para lograr estados alterados de conciencia, sanar y hablar con sus dioses. Así, está comprobado, por ejemplo, que los mantras orientales de meditación actúan a nivel cerebral armonizando las conexiones neuronales, el cuerpo energético y el espiritual de quien los recita o escucha. Además de la voz, se pueden usar instrumentos musicales. Con ellos, los musicoterapeutas logran mejorías en enfermos mentales o en personas con dolencias físicas. Y, también, se pueden usar objetos, tales como los “cuencos cantores”, antecedentes de este arte de curar con el sonido. Le contamos todos sus secretos.
LOS SECRETOS DEL CUARZO
Según algunas leyendas, los sabios de la Atlántida conocían los secretos de la curación por medio de la luz y del sonido. Edgard Cayce, el famoso médium norteamericano, relata en sus libros las propiedades curativas del cuarzo y de otras gemas utilizadas por los atlantes. Concretamente, hace referencia a unos grandes cuencos de cuarzo (entre 16 y 20 cm), que habrían sido empleados por los sacerdotes para convocar a los fieles al templo. Su sonido era tan puro que podía ser oído a más de 500 metros de distancia. Actualmente, los cuencos cantores siguen utilizándose con fines religiosos y terapéuticos por una disciplina llamada terapia vibracional o biosónica, o sonoterapia. Pero, ¿cómo es que los cuencos de cuarzo pueden sanar? Algunos especialistas explican que los fluidos corporales, los huesos, los tejidos grasos y las sales celulares son estructuras minerales que forman un sistema cristalino dentro del organismo. Y que, por esta razón, la acción curativa de los cuencos se debe a la resonancia entre su estructura de cristal y la red cristalina o mineral del organismo humano. Cuando el terapeuta hace “cantar” a los cuencos con un mazo (un palo de madera recubierto en tela o corcho), las poderosas vibraciones se expanden rápidamente por nuestro cuerpo, que contiene más de un 80% de agua. El agua es un excelente vehículo de transmisión para las ondas sonoras. De este modo, se produce un delicado masaje interno por todas las células. También, afirman que las vibraciones del cuarzo podrían reacomodar la energía desordenada de partes enfermas.
NOTAS SANADORAS
Los profesionales de terapia vibracional usan cuencos de distintos tamaños, equivalentes a las notas que “masajean” los chakras energéticos. A este fin, lea atentamente el recuadro inferior. Como se fabrican de forma artesanal, la relación diámetro-nota es variable.
Otras herramientas necesarias
Un elemento indispensable es el “mazo para golpear gongos”. Es un palo para golpear instrumentos de percusión, sobre todo, los recubiertos de fieltro o lana. El tamaño depende del cuenco, pero digamos que los mazos grandes aprovechan mejor los sonidos de un cuenco grande y los pequeños, los de los más chicos.
Pero, también, se pueden utilizar mazos diferentes con un solo cuenco. Cada uno producirá un sonido distinto del rango de la nota básica. Otra forma es utilizar las manos.
RITUAL INTRODUCTORIO
Para iniciarse en el arte de armonizar con los cuencos, puede comenzar con uno solo, en un lugar tranquilo y silencioso. Vista ropa suelta y quítese los zapatos. Siéntese cómodo, espalda erguida y manos sobre las rodillas. Encienda dos velas blancas, un incienso y concéntrese en una imagen agradable. Relaje su respiración y dé tres golpes en el cuenco. A continuación, elija tres mantras del recuadro y comience a recitarlos con ritmo, por ejemplo: “IAM – HAM – OM”. Cada tres repeticiones, golpee tres veces el cuenco.
Pruebe con varias combinaciones; continúe, hasta que sienta que los sonidos le transmiten una sensación de profunda tranquilidad.
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